
POR MARCIA GARCIA directo de Santiago del Chile.
El mundo de los sonidos es peculiar y sorprendente para cualquier ser humano que se inmiscuye en él, es decir, para quién pone atención e interés en ello. Se descubre un mundo de sensaciones que puede lograr construir sueños o realidades con tal sólo escuchar y poner atención; y el cine documental es un arte que se alimenta de este fenómeno físico-mecánico como un recurso que lo impulsa hacia la significación de lo que se comunica.
En muchas ocasiones, el espectador o el creador, no le da una gran importancia al papel que tiene el sonido en el arte de transmitir historias – aunque si existe un variado grupo de documentalistas que ponen un notado énfasis en este recurso -; no obstante, un mal trabajo en esta área podría cambiar el sentido de lo que se quiere traspasar o simplemente el producto es fallido, aunque la calidad de imagen y su estructura narrativa visual y conceptual esté perfectamente lograda.
Un buen diseño sonoro, en armonía con el concepto trabajado en cada película, y una alta definición en éste, permite enseñar un todo perfectamente significativo y estimulante para el espectador; una parte del lenguaje que podría ser interpretado de acuerdo a la información y experiencia de cada receptor, pero que por lo menos se interpreta y decodifica, cumpliéndose así con el objetivo del emisor- en este caso del director-.
Cuando hablamos de diseño sonoro, estamos señalando los sonidos, ruidos, músicas y silencios; todo entra en este particular mundo del que somos parte pero que muchas veces no ponemos atención porque es algo intrínseco del ser humano, está ahí, lo tenemos siempre presente, es más, el sonido no existe si no hay un oído que lo escuche y por supuesto como lo dice la física, tampoco existe, si no hay un medio elástico como el aire en el que se pueda transmitir; este maravilloso mundo formaría parte de la ‘nada’. Por lo tanto, ustedes se preguntarán sobre el tema del silencio - que como por definición se tiene como la ausencia de sonido-; sin duda alguna, el silencio físico no existe, no lo conocemos, pero conceptualmente sí y eso lo puede entregar el cine, en formas de metáforas o de un consensuado acuerdo conceptual sobre silencio, dependiendo de nuestras culturas e informaciones.
Entonces, por antonomasia el sonido forma parte de nuestras percepciones y paradigmas, de nuestra forma de ver el mundo; nos trae recuerdos y emociones; nos permite traer sensaciones con las cuales podemos formar sueños y cavilaciones. Es una estructura primordial en cine, especialmente, en el de ensayo y experimental porque ayuda a la creación de metáforas y a reforzarlas, como también a crear universos paralelos entre presente, pasado y futuro cuya función técnica no es más que una elipsis sonora, creando en el guión una concordancia y avance de la historia que se cuenta.
Es, talvez, en el cine experimental dónde mayor significancia conceptual tiene el trabajo del diseño sonoro, aunque en el documental-reportaje o el más convencional es muy importante que el trabajo de audio y de sonido directo sea perfecto, a pesar de que no nos preocupamos o ponemos mayor atención en esta área, el más mínimo error se nota de forma abismante, afectando desgraciadamente el contenido del material. El cine abstracto de las vanguardias históricas como el Visual Music ya lo hacían notar en sus creaciones de animaciones unidas al ritmo, a la melodía. Oskar Fischinger y Norman McLaren – entre otros – lograron en su trabajo poner de manifiesto la importancia del mundo del sonido en un arte visual, señalando con ello que éste maneja un cincuenta porciento del sentido del contenido. Entonces, todo esto me lleva a una reflexión: el sonido no solo es propiedad de los técnicos sino más bien todo el que sienta y pueda crear, mostrando realidades o no.
Sabemos que el manejo del audio es trabajo de un técnico y es primordial en la postproducción de una película; sin embargo, existen directores, documentalistas que se preocupan por entender y manejar más cerca el mundo sonoro, se dan cuenta de su importancia para hacer correr una historia. Uno de ellos es Sergei Loznitsa documentalista preocupado por la reinvención de las imágenes gastadas y de un diseño sonoro que vaya un paso delante de la transmisión de las imágenes como lo expresa en Blockade (2005) película cuyo sonido trabajó especialmente hasta el punto de señalar que es el audio el que guía la historia y las imágenes solamente son tomadas de la mano por los ruidos y silencios, entregándole un discurso distinto al que fue concebida originalmente.
Dentro del diseño sonoro tenemos algo muy importante: los diálogos o la voz en off; algunos documentalistas les gustará más un recurso que otro o simplemente trascienden de ellos, pero para Loznitsa si se ocupa uno de estos recursos tiene que estar muy bien fundamentado y relacionado con lo que se quiere transmitir como en Landscape (2003) cuya película sobre el tema reseña “Escuchando sus conversaciones el espectador puede imaginar el mundo en el que viven”.
Prescindir de diálogos o voz en off fue una constante del trabajo del documental Baraka, el último paraíso (1992). La película de Ron Fricke muestra la relación entre la naturaleza y el ser humano, cuan destructible podemos ser con ella. Para ello Fricke se ha valido de una banda sonora perfecta para la imagen y el discurso, no necesitó diálogos ni arengas que nos contara lo que sucedía en la película sólo con la majestuosidad de las imágenes y un diseño sonoro conectado cien por cien a la sensación de viaje… a la sensación de viaje en el tiempo y en distancias.
El mundo sonoro forma parte de la contemplación y un cine experimental va de la mano de aquella característica, es el protagonista de la historia que se cuenta – la diégesis -. Tanto un sonido diegético como no diegético nos transmite colores y texturas, es decir, recuerdos como por ejemplo el chillido de una tetera por el agua en ebullición, el sonido de las brasas en una chimenea, el silbido del viento colándose por la ventana, etcétera; por lo que diría que el sonido forma parte de nuestro subconsciente que nos lleva a nuestro consciente o viceversa.
El Silencio
Volvemos hablar del silencio, sí. Es un elemento muy importante dentro de este tipo de cine y tiene un gran poder sobre la historia. Como había mencionado anteriormente el silencio de por si no existe, pero tenemos versiones de lo que es el silencio y de cómo queremos entenderlo – esto lo digo porque si fuéramos físicos estaríamos mintiendo sobre su existencia, debido a que el silencio solamente existe en el vacío, en el espacio -. Tenemos muchas formas de sentir el silencio y esto es de acuerdo a cada persona, pero si estamos de acuerdo que en la mayoría de las veces el silencio nos trae calma, quietud; aunque en algunas ocasiones lo podemos ocupar para momentos tensos dentro de una historia.
Para Philip Gröning en su galardonado documental “El silencio del sonido” muestra la vida contemplativa de la Gran Chartreuse de Grenoble, uno de los monasterios cartujos más antiguos de Europa. Este documental se interna en la vida de estos monjes, monjes meditativos que tienen por regla hablar lo menos posible, trabajar y rezar. De acuerdo a esto, la película es un homenaje al silencio (conceptual), a la calma, a la quietud de vidas dirigidas totalmente por él, señalándonos los distintos mundos en los que el ser humano se mueve. Gröning trasciende de música y voz en off para narrar, solamente quiebra ese silencio contemplativo de las imágenes para darle unos breves protagonismos a los sonidos ambientes y los menguados diálogos repartidos a lo largo que se conforma la historia.
Philip señala que su película se dirige a todos los sientan “el milagro del tiempo”, no es una película sobre la religión o el creer o no creer, sino más bien es la sensación de cómo el silencio dirige ciertas vidas y cómo él tiene la oportunidad de mostrarla en un material de 166 minutos para el resto del mundo.
Sin embargo, vemos que el silencio siempre está presente en nuestras vidas, por lo tanto en la composición documental o de ficción es un elemento muy importante a la hora de transmitir. Con ello significamos y llegamos a donde queremos, al receptor o espectador, contribuyendo a un lenguaje más amplio y enriquecedor en sensaciones.
El sonido en el cine documental nos permite crear elipsis entre una escena u otra, manejar tiempos y espacios, crear armonías de correlación narrativa, pero por sobre todo transferir pensamientos y reflexiones, por parte de quien crea, al gran público; ya sea éste reducido o no, pero al fin y al cabo se cede.
El diseño sonoro, es decir, el mundo de los sonidos, es una naturaleza a parte pero que se entrelaza perfectamente con el universo de las imágenes y en eso se muestra o representa la vida: en imagen y sonido, cuyo recurso forma parte de una semiología, de una semiología con significancia totalmente conceptual y sensacional.
Nenhum comentário:
Postar um comentário